martes, 5 de marzo de 2013

No somos tan raros... ¿Los raros son ellos?


Todo es relativo. Así para los españoles nos resulta la mar de normal comer calamar, pulpo sepia y caracoles. Mientras que para un europeo del norte la simple visión de estos animales les causa repugnancia y no digamos si además los encuentra expuestos frente a él, fritos o a la plancha, con sus tentáculos y cuerpos viscosos.

Los alimentos raros no son exclusiva de tribus perdidas en el Amazonas. Los mismos escandinavos que arrugan la nariz ante recetas mediterráneas  no se alteran al comer arenque fermentado acompañado de un buen vaso de leche. una visión unida a un aroma que puede destrozar fácilmente el apetito de un italiano, un griego o un español. Así que la rareza es siempre muy relativa.








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